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Volver a la normalidad



En abril, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) advirtió que la pandemia por el coronavirus puede provocar una caída histórica de la economía del 5.3% en la región y que nos llevaría a la peor crisis económica y social en décadas. Esta crisis, dice el informe, puede arrojar a 30 millones de personas a la pobreza y provocar que se profundicen los niveles de pobreza extrema1. Justamente, Gerardo Granados, nos escribió la semana pasada sobre el lamentable escenario del mercado laboral en México.

Nadie se atreve a negar la situación de desastre en la que nos encontramos, a pesar de la posición de los más escépticos y los conspiracionistas a la hora de discutir el origen de la pandemia por SARS-Cov-2, todos han resentido o resentirán la crisis de una u otra forma. Por tal motivo, no es de extrañar que las autoridades y los empresarios con los intereses mas voraces tengan la urgencia de regresar a la normalidad lo antes posible, sin importar las vidas que puedan perderse por apresurar el regreso a la vida cotidiana. Logrando transmitir a las personas con más vulnerabilidad la misma urgencia por salvar lo económico antes que su propia integridad y la de su familia.
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Imagen tomada de: Deutsche Welle

Los estudios de las situaciones de desastre regularmente se ajustan a las concepciones de los tomadores de decisiones, el gobierno:

“... inicia con la presentación del fenómeno natural… considerado la fase de emergencia, y termina con un momento cercano en la historia denominado reconstrucción, marcado también por el instante en que la autoridad determina el regreso a la normalidad.”2

Nos dice Georgina Calderón Aragón, Doctora en Geografía por la UNAM, que este proceso debe entenderse desde la realidad histórica, determinada por las relaciones sociales de producción, y no desde la coyuntura institucional.

Las poblaciones se encuentran en riesgo debido a que han desarrollado sus medios de reproducción3 y creado sus espacios de acuerdo con los aspectos económicos, políticos y sociales de la población que las crea en momento históricamente determinado. Es decir, que son las relaciones sociales de producción las que hacen que algunos de los sectores de una sociedad presenten condiciones de vulnerabilidad y creen espacios que por sus características son “riesgosos”. Estas condiciones conjugadas , son el desastre

En este sentido, “una situación de desastre es la manifestación de las condiciones de vulnerabilidad de los sectores de la sociedad, producto del proceso social que las ha ido conformando. El fenómeno natural o tecnoindustrial4 expone a toda la sociedad la condición de vulnerabilidad que tiene cierto sector de la población y cuyos orígenes la cotidianidad oculta”5 Lo que se quiere puntualizar aquí, es que el fenómeno natural viene a desnudar el nivel de vulnerabilidad en el que se encuentra la población debido a la dinámica en que fueron construidos sus espacios, instituciones y medios para la reproducción, es decir, en el proceso de interacción de la humanidad con la naturaleza en su momento histórico determinado, que por su concepción, bajo las dinámicas del modo de producción capitalista, devienen en peligrosos. Esta vulnerabilidad no se rebela a plena vista en la normalidad, sino que en la situación de desastre se despoja de las ropas y el velo que lo cubren y muestra su verdadero carácter catastrófico.

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Condiciones de vivienda en Naucalpan, Estado de México, 2003. Imagen tomada de Centro Nacional de prevención de desastres 

A partir de este momento, debemos identificar cuáles son las verdaderas condiciones de vulnerabilidad de la población frente a la pandemia. Se ha hecho popular la concepción de que el modelo económico ha fracasado porque no ha sido capaz de satisfacer la demanda actual de respiradores y de equipo médico, asumiendo que la capacidad productiva de alguna industria nos hubiera salvado antes de alguna situación de desastre. En el imaginario colectivo, la pandemia es entendida como la causa en sí misma de la situación de desastre, sin embargo, el fenómeno natural sólo actúa como un precipitador para la crisis, evidenciando el nivel de vulnerabilidad de la sociedad.

El desastre no solo implica las lamentables muertes por el coronavirus, la cantidad de infectados, o la saturación de los sistemas de salud, es un fenómeno más complejo que abarca la incapacidad de una parte de la población de resistir la cuarentena sin poner en riesgo su reproducción y su propia vida. Se trata de una clase que puede perderlo todo, pues se ve imposibilitada a vender lo único que tiene, su fuerza de trabajo, debido al trastocamiento de las condiciones materiales de la sociedad.

Los empleados que conservaron su trabajo bajo la modalidad de home-office, deben trasladar sus ocupaciones y los propios costos laborales a su hogar. Ellos son los menos desafortunados, pero han recibido una sobrecarga de trabajo porque deben realizar las labores de sus compañeros despedidos, alargando las jornadas laborales hasta más de 12 horas sin el pago de las horas extras. Los despedidos son abandonados a su suerte. Lo mismo ocurre con los trabajadores autónomos como los taxistas, trabajadores del hogar, artesanos y profesionales de algún oficio que deberán endeudarse para no perder los medios de producción que les permite satisfacer sus necesidades. La clase media que ha podido construir algún patrimonio también está en riesgo de perderlo y ninguna política económica es suficiente en realidad.

Las condiciones laborales y sociales en el momento histórico en el que vivimos están dadas por las relaciones sociales de producción bajo el capitalismo. Estas condiciones se han deteriorado cada vez más, la distribución de la riqueza en favor de los dueños de los medios de producción es obscena y las condiciones de vida de la población se han vuelto más miserables. La capacidad de recuperación y reconstrucción se hará con los medios al alcance y bajo las mismas condiciones, a reserva de que éstas cambien.

No nos referimos a la mala actuación de los gobiernos, sino al proceso histórico donde la miseria va en aumento gracias al “desplazamiento paulatino de las relaciones de producción más tradicionales, basados en la reciprocidad y la redistribución a cambio de unas modernas urbano-industriales”6.

Grupos vulnerables o vulnerados? | Planeta Futuro | EL PAÍS
Una niña con mascarilla para protegerse del Covid-19 en el campo de refugiados de Moria, en Grecia, el 2 de abril de 2020. Foto de: Elias Marcou (Reuters). Imagen tomada de El País 

Por esto, es inaceptable plantearnos el regreso a la normalidad previa a la pandemia, pues queda evidenciado un sistema que prioriza la acumulación capitalista sobre el pleno desarrollo de la humanidad y, que en primer lugar, nos puso en estado de vulnerabilidad. La crisis nos plantea la situación de desastre, pero nos presenta una oportunidad de cambio. Por lo tanto, la discusión no debería ser cuándo regresar a la normalidad, sino a qué normalidad queremos regresar.






1 Expansión. 2020. CEPAL: El Paso Del Coronavirus Por América Latina Dejará Más Pobreza Y Desempleo. Disponible en: https://expansion.mx/economia/2020/04/21/mas-pobreza-y-desempleo-dejara-el-paso-del-covid-19> [Consultado el 10 May 2020].<<

2 Calderón Aragón, G., 2001. Construcción Y Reconstrucción Del Desastre. 1st ed. Ciudad de México. Plaza y Valdés Editores, pp.14.<<

3 Entendemos como reproducción a la producción material que permita satisfacer todas las necesidades humanas<<

4 Una perturbación de la vida cotidiana ocasionada por un agente natural (peligros biológicos, terremotos, huracanes, sequías, etc.) o tecnológico (ejemplo: la explosión de la central nuclear en Chernóbil)<<

5 Ibid., pp. 15.<<

6 Ibid., pp 35.<<

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