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Lo inapropiado de la apropiación.

Cuando las expediciones trasatlánticas llevaron a los mal nombrados descubrimientos de otros continentes por parte del continente Europeo, las guerras de colonización iniciaron. Partiendo de una desigual tecnología bélica, la persecución de los nativos desembocó en esclavitud y, en el peor de los casos; genocidios, lo que Lewis Samuel Feuer identificó como imperialismo regresivo1 por las condiciones de conquista, reducción de poblaciones y asentamiento de nuevos pueblos. Esa dinámica de desplazamiento obligó a los grupos autóctonos a desvincularse de las tierras que consideraban sagradas. El imperialismo condujo a la pérdida de identidad y de valores tradicionales mediante la adopción de religión, educación y lengua de los dominadores.

La llegada de Occidente a América fue tan abrupta que, hasta hoy día, se refleja en cada cultura, la emancipación y creación de estados libres e independientes fue tan diferenciada que se logran identificar rasgos sociales característicos para distinguir quiénes colonizaron cada país. Aún con todo ello, en las diferencias hay similitudes. Similitudes marcadas de forma sistemática por el capital donde la expropiación de la masa del pueblo despojado de la tierra constituye el fundamento del modo de producción2 al cual hemos permanecido sujetos y que, en su etapa de globalización, caracterizada por la cultura pop moderna, parece habernos cedido el poder de adueñarnos de todo aquello que deseemos. 

Ejemplos de ello abundan: Victoria Secret con penachos Nativos Americanos3, Givenchy haciendo alusión a las Cholas4 o Isabel Marant y su “inspiración” en una comunidad Mixe5. Esta práctica tiene nombre y es apropiación cultural. 

Se refiere a cuando una cultura históricamente dominante adopta prácticas o tradiciones de una minoría reprimida o colonizada, desconociendo la profundidad de sus símbolos y significados, menospreciándolos. Se explota la imagen con el único fin de lucrar, sin adueñarse de la desigualdad ni del sufrimiento que se han encargado de gestar. Reducen de forma simplista las prácticas ancestrales de grupos étnicos en pasarelas, banalizándolos, trivializándolos, vaya, popularizándolos de acuerdo al último grito de la moda. 

El fenómeno de apropiación se ha ignorado y subestimado, alegando de forma errónea una igualdad de condiciones y desconociéndola como una forma más de extractivismo. Nuestro modo de vida ha hecho que veamos a aquellos que usan o adoptan estas costumbres, sin pertenecer a ellas; como transgresores y es esa la raíz del problema. Lucir los diseños de modistas internacionales cuando fotografiamos a los artesanos que imprimen su cultura en la tela, para regatear el precio de su trabajo es, por decir lo menos, hipócrita. 

No nos demos golpes de pecho prometiendo dejar la práctica del regateo cuando de trabajo artesanal se trate, mejor profundicemos en los orígenes de este racismo estructural entendido como el posicionamiento jerárquico preestablecido donde una persona nace sujeta y su movilidad social es mínima, limitando sus oportunidades y confirmado, por un racismo institucional, donde es el grupo con mayor poder quien decide la educación, la lengua, la religión, la cultura, etc. Dime que el grueso de la población urbana no creció en un entorno católico, bautizados, comulgados y confirmados. ¿O podrías negar que la historia que conoces no está dictada por la época de la conquista?

Definitivamente la cultura se da a partir del intercambio, empero, es importante conocer el contexto histórico para entender las condiciones de desarrollo, conocer los orígenes, eso es apreciación cultural, el propio interés por la cultura, un acercamiento intelectual hacia su erudición sin lucirla como propia y mucho menos, como una mercancía. La representación e identidad están lejanas a ser una moda. 

Antes de que, indignados y (por supuesto) ofendidos, respondamos que las minorías también adoptan usos y costumbres, reflexionemos que eso no es apropiación, se conoce como asimilación cultural, forzada por el simple hecho de supervivencia, quienes asimilan, son siempre las minorías colonizadas y, en consecuencia, oprimidas ya que se les obliga a adaptar una cultura dominante para evitar prejuicios y ataques sistémicos, terminado con la absorción de la cultura que no reconocen, pero que no les ha dejado más opción.

¡Ah! Casi lo olvidaba, algo que a una nueva minoría le ha calado hasta los huesos, el racismo inverso, no vale la pena martirizarse, el racismo nace del poder y del privilegio, condiciones sine qua non. No desgasten en falacias la sinapsis que podría dirigirse a plantear escenarios para un verdadero intercambio cultural, donde la obtención de lucro deje de ser un determinante, donde la cultura pop pare de absorber, explotar y desechar a discreción, donde los patrones de consumo tengan un poco de la racionalidad que a la ortodoxia económica le fascina presumir.

Indudablemente existe una deuda histórica, repleta de opresión y atropellos, misma que debe el capital, el imperio y la colonización y que no será saldada mientras se siga mercantilizando la identidad.

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1 Pierre, Jalée. (1979). El imperialismo en 1970. México: Siglo XXI. «

2 Marx, Karl. (1867). El Capital, Tomo I Volumen 3. México: Siglo XXI. «

3 La Vanguardia. (23 de noviembre de 2017). El desfile de Victoria’s Secret es acusado de nuevo de apropiación cultural. Recuperado de: La Vanguardia «

4 Chung, Madelyn. (10 de marzo de 2015). Here's Why Givenchy's 'Chola Victorian' Theme Is Problematic. Recuperado de: Huffington Post «

5 El Universal. (20 de noviembre de 2015). Diseñadora francesa niega demanda contra Mixes. Recuperado de: El Universal  «

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