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La posibilidad de gestionarnos


Bueno, ¿qué ni por dignidad nos vamos a defender?

José Manuel Mireles Valverde, líder de las autodefensas de Michoacán (2014).

Hoy en día, el panorama global es insostenible a todas luces, en distintos ámbitos. Crisis económicas, humanitarias, sociales, políticas, ambientales y sanitarias proliferan a diestra y siniestra y, aunque no golpean cada lugar con la misma intensidad, ningún territorio está exento de sus estragos.

Las autoridades -es decir, el Estado en su espectro más amplio-, en el mejor de los casos, son omisas, y en el peor, son cómplices de la degradación constante, perpetua y en muchos casos legalizada de nuestras condiciones de vida. El colapso es inevitable y volteamos la mirada para todos lados, incluso al cielo, buscando un ápice de esperanza que nos diga que no todo está perdido, que no estamos condenados a vivir toda la vida como lo hacemos hoy, con la única certeza futura de que la cosa puede ir peor.

Día tras día, la gente percibe que las instituciones no están cimentadas para procurar a todos por igual y las minorías se llevan la peor parte, justamente por la vulnerabilidad que representa ser parte de una. Además, las instituciones han permitido el asentamiento y proliferación de un Estado paralelo -el crimen organizado- el cual ha impuesto sus propias leyes, su propia economía, su propia justicia y, a todas luces, su propia voluntad.

Cansados de los embates frontales, violentos y desmedidos de criminales y burócratas coludidos, comunidades han tomado la decisión de actuar por cuenta propia en pro de su seguridad, su bienestar, su propiedad y sus derechos más elementales.

Este el caso de Cherán, municipio del estado de Michoacán. La noche del 15 de abril de 2011, hartos del amplio catálogo de delitos del crimen organizado como el secuestro, la extorsión, el cobro de piso, y en particular la deforestación constante de sus bosques, los pobladores -liderados por mujeres- se levantaron en armas para defenderlos y expulsar del municipio a los taladores y, de paso, también a la policía, al presidente municipal y a todos los partidos políticos.

Figura 1. Barricada en Cherán, Michoacán. 15 de diciembre de 2013. Fotografía por Simón Sedillo.

Aquella noche marcó el comienzo de un municipio emancipado del Estado mexicano, de una comunidad p’urhépecha autogestionada, de un autogobierno regido bajo los usos y costumbres indígenas, sustentado por el artículo segundo de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Desde ese día, Cherán tomó el destino de su comunidad en sus manos y ha mostrado al mundo que existen más y mejores desarrollos que el económico ortodoxo.

Por ejemplo, desde que los pobladores de Cherán asumieron la gestión de su comunidad, las 20 mil 100 hectáreas de bosque deforestadas -aproximadamente 70% del total- pertenecientes al municipio han comenzado a restaurarse. Los pinos vuelven a llenar los montes y una estricta política de no plantar árboles de aguacate se mantiene firme, pues al ser un cultivo que requiere mucha agua, drena los mantos acuíferos. En realidad, el propósito del crimen organizado era convertir los cerros y montes de Cherán en mega plantaciones de “oro verde”, condenando al municipio a sufrir escasez de agua.¹

Asimismo, para asegurar el suministro del vital líquido, construyeron en 2016 el captador de agua de lluvia más grande de Latinoamérica, con capacidad de hasta 20 millones de litros. Esta magna obra de ingeniería ambiental ubicada en el cerro Kukundicata garantiza una reserva de cuatro meses de agua en caso de suscitarse alguna emergencia, además de permitir ofrecer garrafones de agua purificada 87% más baratos que los de las grandes empresas.

Por si esto fuera poco, Cherán también posee un vivero con el cual reforesta sus bosques y un aserradero para aprovechar la madera, recurso esencial para el municipio. Asimismo, poseen su propio sistema de justicia para delitos menores basados en multas y trabajos comunitarios, su propia ronda comunitaria para brindar vigilancia y seguridad y su propia forma de gobierno a través de un concejo del pueblo.

Estos mecanismos han dado resultados: pues, en los primeros 7 meses de 2019 se habían registrado únicamente 13 delitos cometidos, representando una reducción del 72.2% en comparación a 2015, cuando hubo 18 delitos. ¿Alguno de ustedes vive en algún lugar donde únicamente hay 18 crímenes al año? Siendo francos, creo que 18 es el número de crímenes diarios en mi colonia y, en definitiva son más severos que los de Cherán donde todos los ilícitos son de fuero común.

Por último, en cuanto a educación, Cherán ha desarrollado un proyecto educativo que pretende recuperar la cultura p’urhépecha y de la lengua misma. La mayoría de las escuelas poseen huertos escolares y, aunque se sigan utilizando los libros de la Secretaría de Educación Pública, la comunidad ha sumado material que ellos consideran indispensable para los habitantes del municipio.

Es imposible ignorar que Cherán se muestra como un oasis lejano de la cruda realidad michoacana a pesar de estar en el corazón del estado, y nada contra corriente cuando los índices de criminalidad rompen día tras día máximos históricos. ¿Cómo es posible que, un municipio tan pequeño, tan ligeramente poblado² y tan limitado económicamente haya logrado tantos avances en tantos ámbitos, en tan poco tiempo? Y más sorprendente aún, ¿cómo es posible que con estas características se libraran del colosal, omnipresente y -casi- omnipotente yugo bipartita Estado-crimen organizado?

Todo comienza desmitificando que el crecimiento económico es el fin último de nuestras vidas. Cherán ha revertido -dentro de lo posible- las crisis mencionadas en el primer párrafo de este texto y ha demostrado que sí existen alternativas para desarrollarnos como sujetos sociales, más allá de la acumulación económica. 

En Cherán no hay hoteles 5 estrellas, pero no hay redes de prostitución. No hay centros financieros, pero nadie pasa un día sin comer. No hay inversión extranjera directa, pero siempre hay trabajo remunerado. No hay universidades reconocidas internacionalmente, pero construyeron el captador de agua más grande de Latinoamérica. En Cherán no hay ninguna de las cosas que erróneamente asociamos al progreso económico y, sin embargo, Cherán tiene más riqueza que todos nosotros. Y más importante aún, esa riqueza es comunitaria.

Figura 2. Bosque de Cherán. 28 de abril de 2019. Fotografía por Heriberto Paredes.

Podría comentar más al respecto, pero es mejor leerlo de las palabras de Adelaida Cucué, habitante de Cherán: “Todo el tiempo estamos hablando y cuando empieza uno a reflexionar y dicen que el desarrollo, hablan de que traen buen carro, buena bicicleta, buena moto. Que van a comer a lugares como Kentucky Fried Chicken, que van a comer a esos espacios, que eso es bueno. Mentiras. Eso no es desarrollo. Desarrollo realmente es vivir y apreciar lo que tú cultivas, ver bien a tus hijos, no tener pendiente, que hasta dónde andan, o qué andan haciendo, no. Cuando tú ves a tu familia estable y tú sabes que puedes tener hasta para comer, eso es desarrollo para nosotros. Nosotros no queremos un desarrollo con signo de pesos que tenemos acumulados. ¿Para qué? ¿para pudrir nuestra alma? ¿para pudrir nuestro espíritu? ¿para pudrirnos nosotros mismos? No. ¿Pudrirnos en vida? Eso no tiene valor”

Cherán funge como un ejemplo de que la autogestión de nuestros lugares de origen es posible y, en realidad supone la única alternativa a una condena a muerte para muchos de nosotros. En Michoacán escogieron la vida, pues la colusión Estado-crimen organizado había secuestrado la libertad. Los habitantes estaban sometidos y a la espera de morir so capricho de quienes tenían al municipio amordazado. En palabras del también michoacano Dr. José Manuel Mireles Valverde⁴, “todo el pueblo quedó inerme frente al crimen organizado y ante la ausencia total y absoluta de gobierno, y de una justa impartición de justicia. Solo nos dejaron un camino: luchar por nuestra dignidad”.

Mientras, en los demás lugares los males se acumulan y la cura no se encuentra en una rebuscada receta económica universal y sobretecnificada que, encima de todo, es administrada por la fuerza; ni mucho menos en el masticado y regurgitado discurso de la meritocracia, donde con hartas ganas y harta motivación podemos vivir acomodadamente. En realidad, la solución está lejos del desarrollo económico exponencial e infinito e igualmente lejana de la individualidad, mismos que nos ha traído hasta aquí. Encontrar un desarrollo acorde y en sintonía con la vida y la dignidad humana es nuestra tarea colectiva pues nadie más lo hará por nosotros. Es la única manera de perpetuar nuestro mundo y nuestra especie.

¿Quién mejor para decidir nuestro futuro que nosotros mismos?

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¹ Vale la pena recordar que Michoacán es el principal productor de aguacate del mundo, y es de aquí de donde se abastecen mercados como el estadounidense o el japonés. Irónicamente, en México el fruto es bastante caro y toda la industria alrededor ha demostrado ser increíblemente dañina ambiental y socialmente.
² La población de Cherán ronda los 20 mil habitantes.
³ Paredes, H. (2019). Las mujeres de fuego de Cherán. Recuperado de: www.piedepagina.mx/las-mujeres-de-fuego-de-cheran Consultado por última vez el 4 de junio de 2020 a las 22:00.
⁴ José Manuel Mireles Valverde fue el líder del movimiento armado de autodefensas en Michoacán de 2013. A pesar de que el movimiento se tergiversó, comenzó con un amplio respaldo popular pues también pretendía hacerse cargo de la seguridad de los municipios y expulsar al crimen organizado de ellos.

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