Ir al contenido principal

En defensa de la pereza


Cómo reaprender el arte de descansar
Austin Schmid/Unsplash .  Tomada de Aleteia


La cuarentena nos puso en distintos aprietos, uno de ellos, tener que lidiar con el tiempo libre. Vivimos aún en la inercia del trabajo, los largos trayectos, el ruido de ciudad, el estrés de la escuela, y otros compromisos que eran habituales antes de la cuarentena y que apenas nos permitían dedicarle tiempo al ocio. 



Los primeros días aún había quien se despertaba temprano y se preparaba como si se le hiciera tarde. Algunos intentaron pasar el tiempo haciendo la limpieza a diario, pero ¿luego qué? Los más inquietos acudieron en masa a la casa de materiales o tlapalería más cercana para hacer las reparaciones y adecuaciones pendientes en la casa. Pero cuando ya no hay más pendientes por hacer, ¿qué sigue?.



La culpa por no “ser productivos”, nos carcome la conciencia ya sea por el carácter productivista de la sociedad o por la moral religiosa, casi lo mismo. La ansiedad, una compañera habitual, se vuelve más difícil de sobrellevar en esta situación. Los dolores de cabeza y el insomnio aumentan, los distractores ya no lo son, pues ¿de qué nos van a distraer? Lidiar con el tiempo libre es una odisea.

Imagen tomada de IntraMed

Esta desesperación, tiene origen en una adicción común en la sociedad urbano-industrial en la que vivimos. En 1883, Paul Lafargue, advertía sobre la adicción al trabajo y sus terribles consecuencias para la salud. En su obra principal, El Derecho a la Pereza, tiene como argumento principal la refutación al Derecho al Trabajo plasmado en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789.

Resulta sospechoso cualquier esfuerzo de refutar los derechos humanos, son la recompensa de una de las revoluciones más importantes en la historia de la humanidad, la Revolución Francesa. Hemos desarrollado la narrativa de nuestra sociedad alrededor de los derechos y son indudablemente el pilar de la sociedad moderna. Nos dan garantía de una vida digna y buscan la realización de los individuos, ¿o no?

El amor al trabajo, apunta Lafargue, es la principal causa de la deformación orgánica y de la alteración mental de los individuos que se entregan en cuerpo y alma al vicio del trabajo. “Los griegos de la época dorada despreciaban el trabajo: sólo a los esclavos se les permitía trabajar, el hombre libre sólo conocía los ejercicios corporales y los juegos de inteligencia”2.
La arquitectura y escultura de la Antigua Grecia - Escuelapedia ...
Lanzador de disco. Imagen tomada de Escuelapedia
Las condiciones laborales no han cambiado mucho desde que Lafargue escribe su libro, son paupérrimas. Las jornadas laborales de 12 o 15 horas y las condiciones de vida en una sociedad incipientemente industrial demostraban una población enferma, débil y agotada.

“... Hay que verlos llegar cada mañana a la ciudad y partir cada tarde. Hay entre ellos, una multitud de mujeres pálidas, flacas caminando descalzas en medio del barro… a la noche llegan a sus casas abrumados por la necesidad de dormir, y a la mañana salen antes de estar completamente descansados, para encontrarse en el taller a la hora de su apertura”3.

La fatiga laboral. Rendimiento laboral del trabajador.
La fatiga laboral. Imagen tomada de Revista Digital INESEM
Para no darnos cuenta de la realidad, se ha creado una narrativa alrededor del amor al trabajo, los estantes de las librerías van desplazando la literatura crítica, fantástica, científica, biográfica, las crónicas, la poesía, entre otras, por material de autoayuda con “los mejores consejos para ser más productivo” o “cómo ser más feliz en el trabajo”, textos que promueven la entrega total a la dinámica individualista y productivista de nuestra sociedad. Esta narrativa busca convencer que la única forma de conseguir la felicidad y la admiración, es trabajar hasta que se agoten las fuerzas vitales, con una recompensa material, que no es más que una promesa. 

Esta narrativa la hemos interiorizado y nos ha hecho sentir culpables incluso antes de cometer el pecado. Una sociedad mexicana débil, enferma y vulnerable, es el precio que debemos pagar por ser, el país que más horas labora en el mundo, según la OCDE4. Comenzó como una imposición por la división internacional del trabajo a la que los sindicatos y las luchas obreras combatieron por años, pero que hemos tenido que aceptar, abrazar y defender, proveyendo una adecuada ilustración de la dialéctica del amo y del esclavo. 

Lafargue se propone convencer al la clase trabajadora de que el trabajo desenfrenado es “la calamidad más terrible que jamás haya golpeado a la humanidad”. La clase trabajadora, debería buscar la abolición del trabajo como la conocemos, pues debería ser solamente un “condimento del placer de la pereza, un ejercicio benéfico para el desarrollo humano, una pasión útil para el organismo social…”.

La pereza no es no hacer nada, es poder hacer lo que quieras. Nos permitiría poder desarrollarnos como individuos y sociedad en todos los sentidos. Habría tiempo para el cuidado corporal y la salud de la población, así como para el libre esparcimiento. La producción intelectual y artística se potenciaría gracias a que habría tiempo para el verdadero desarrollo de la humanidad y no de la producción de mercancías. Sobre la producción de los medios de subsistencia (comida, ropa, materiales para construcción, etc.), nos ocuparemos apenas un par de horas al día, gracias al desarrollo de la tecnología, trabajando sin explotación y debidamente pagado, no deberíamos preocuparnos por sobrevivir, sino por disfrutar y por desplegar nuestra inteligencia e imaginación. 

Dejemos de pensar en la pereza como un mal, sino como un estado deseable. Hemos deformado el significado de la palabra pero no sólo en un sentido semántico, sino que nuestra concepción al respecto se ha reducido únicamente a "echar la hueva". La cuarentena nos presenta una oportunidad única que no ha tenido otra generación nunca y que nos ofrece la posibilidad de reconciliar nuestros sueños y deseos con la realidad, desarrollar habilidades que nunca antes nos habríamos propuesto, retar nuestra creatividad y encontrar el sentido que queremos darle a nuestra vida como individuos y como sociedad. No podemos ignorar las condiciones materiales de nuestra sociedad, pero que esta experiencia de relativa tranquilidad y descanso tenga como fin transformar nuestras relaciones sociales y con el mundo mediante el trabajo.
Pereza por Jacques Callot. Tomadad de Wikipedia

La realidad es que –por ahora– no existen las condiciones sociales para llevar a cabo un proyecto de este tamaño, sin embargo, el desarrollo de la tecnología y las fuerzas productivas de la sociedad, nos permitirían jornadas laborales más cortas que permitan reducir el desempleo y dedicar más tiempo al ocio. El margen de ganancia de las empresas puede alcanzar para pagar más y mejores sueldos. Así como la producción actual de alimentos, ropa y artículos básicos, alcanzan para satisfacer las necesidades de la mayoría de la población, si no estuvieran atadas a las “leyes” de oferta y demanda5

Si bien, estos textos se pueden encuadrar en lo que fue definido por Karl Marx y Federico Engels como socialismo utópico por ser una idealización a veces absurda y por no plantear una alternativa realmente posible, es un ejercicio intelectual emocionante que nos permite repensar nuestros vicios y cómo queremos construir nuestro futuro. Para eso sirve la utopía.



1 Periodista y teórico político y revolucionario franco-español.
«

2 Lafargue, Paul. (2010). El derecho a la pereza. Pp. 25. Madrid. Público. «

3 Ibid, Pp. 9. «

4 El Financiero, “México es el que 'más trabaja' entre los países de la OCDE”. En: https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/mexico-es-el-que-mas-trabaja-entre-los-paises-de-la-ocde-desde-2013  «
5 En 2011, la FAO estimaba que aproximadamente 1/3 de los alimentos del mundo se pierden o desperdician cada año. Revisar: http://www.fao.org/food-loss-and-food-waste/es/ «

Comentarios