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La nueva polinización

Cuando éramos niños y cursábamos la escuela primaria, en nuestras clases de ciencias naturales nos enseñaron, entre muchas otras cosas, procesos de la naturaleza como lo son los ciclos del agua, las estaciones del año, la fotosíntesis o la polinización. Y si algo nos mencionaron con ahínco, es que estos procesos son indispensables para que exista de manera equilibrada el entorno natural, cada fenómeno es una pieza imprescindible del engranaje que representa la vida en la Tierra. 

Si bien la polinización es el proceso en que la mayoría de las plantas se pueden reproducir de manera directa, es decir, de flor a flor, existen también otros tipos de polinización que ocurren de manera recurrente: a través del agua, a través del aire o la polinización cruzada, que se da por medio de agentes polinizadores, como pueden ser aves, mamíferos e insectos. 

Con el pasar de los años, el ser humano ha desarrollado técnicas para lograr una polinización artificial, para obtener así un proceso más efectivo. A modo de breve explicación, el método más común consiste en embolsar las flores, evitando la llegada de otros agentes que puedan estorbar la artificialidad del proceso. Allí se recoge el polen del estambre y se le lleva directamente hacia el estigma. Posteriormente se vuelven a cubrir las flores hasta que se efectúe la fecundación. 

Como la polinización artificial no es un proceso lo suficientemente común como para determinar que la reproducción de las plantas requiera de ello, se ha mantenido como un ejercicio de laboratorio, con algunas aplicaciones al campo, pero que aún no tiene un impacto significativo. 
Recientemente la revista iScience publicó un artículo donde, debido a la problemática que enfrenta el mundo a raíz de la disminución poblacional de los agentes polinizadores, un equipo de científicos japoneses pertenecientes al Instituto Avanzado de Ciencias de Japón, comandado por Eijiro Miyako, propuso utilizar burbujas de jabón para realizar la polinización de manera artificial. 

Sí, burbujas de jabón, donde con ayuda de un microscopio colocaron los granos de polen. Primero probaron los efectos de cinco tensioactivos que se encontraban disponibles en el mercado, incluido la lauramidopropyl betaine, que es utilizada en la industria cosmética por sus propiedades espumantes. 
Una vez que colocaron la solución espumosa en una máquina de burbujas, la rociaron con cargas de polen en un huerto de peras. A razón de 2000 granos de polen por burbuja, se logró polinizar el 95% de las flores seleccionadas. 

Pensándolo en una escala mayor, una segunda etapa consistió en utilizar un dron para que este se encargara de arrojar las burbujas en una ruta trazada. Volando dos metros sobre el suelo a una velocidad de dos metros por segundo, el dron logró alcanzar el 90% de las plantas. 

Finalmente, el siguiente paso de la investigación es la masificación del producto. Ya se viene conversando con una futura empresa para la generación en masa de esta nueva técnica. 

Ahora bien, la idea luce sumamente sensacional, una vez más se ha demostrado que el ser humano puede manipular y modificar los procesos naturales a voluntad, en este caso fungiendo como agente polinizador, pero, la problemática se ha desvirtuado, por no decir ignorado. 

Explico: es innegable que la búsqueda de conocimiento y la aplicación de este son inherentes al ser humano, desde el principio de nuestra existencia la curiosidad y la ciencia nos han traído hasta donde estamos, con todos los pros y contras que ha implicado. Pero se nos olvida que la razón por la que estas innovaciones se llevan a cabo es por la crisis que enfrentan muchas especies encargadas de polinizar; que han visto una disminución poblacional de su especie y hoy se encuentran amenazadas, ya sea el caso de las abejas, mariposas y colibríes, por mencionar algunos. 

El problema es que parece hacerse a un lado el origen de dicho inconveniente, pues cada vez se hace menos por conservar a las especies y se busca sustituirlas, dando a entender que es una batalla perdida. Sobra decir que la disminución de los agentes polinizadores es en mayoría causada por la disminución e invasión de su hábitat, el uso de aerosoles y pesticidas y los efectos del cambio climático. 

Implementar estas tecnologías a gran escala puede resultar en una mala idea, pues siempre que se alteran los procesos naturales se desencadenan otros factores que afectan el organigrama natural perjudicando a otras especies. 

Incluso, la búsqueda de dichas tecnologías que sustituyan la polinización mediante un proceso artificial lo hemos visto en la ciencia ficción, pongo el ejemplo de la serie británica Black Mirror, donde en el episodio titulado “Hated in the Nation”, debido al colapso y extinción de las colmenas y colonias de abejas, se implementan artefactos mecánicos en forma de abeja para suplir su función. Spoiler alert… termina mal. 

La búsqueda en la aplicación de nuevas tecnologías continuará ocurriendo, es parte del proceso evolutivo que el ser humano ha manifestado, mas no por ello nos vamos a “cargar” a muchas especies las cuales su rol en el planeta no es únicamente polinizar, sino algo más complejo; forman parte de una cadena trófica y constituyen un elemento esencial en sus respectivos nichos ecológicos. 

Se deben realizar las acciones conducentes para preservar a aquellas especies que realizan una tarea tan importante para la vida en la tierra como lo es la polinización. 

“Cada especie tiene su propio perfil fisiológico, morfológico y conductual, lo que la hace apta para ocupar espacios particulares ofrecidos por la naturaleza.” 
Joseph Grinnell 

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Grinnell, J. (1924). Geography and Evolution. ECOLOGY, 5, (3), 225 - 229.

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