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El mercado laboral en jaque

Como he mencionado en anteriores publicaciones, y como ya todos sabemos, la pandemia por coronavirus que el mundo atraviesa actualmente significa un evento insólito, un suceso que ha puesto a prueba al organigrama mundial y el modus vivendi que acostumbramos en diferentes latitudes se ha desvirtuado. 
Esto arrastró consigo una serie de inconvenientes en el sector laboral, que se ha visto sumamente afectado, problema que involucra a prácticamente la totalidad de los países y, por supuesto, a México. 



Ante esta situación, tanto el empleo formal como el informal, incluyendo las vertientes de Población Económica Activa (PEA) y Población No Económicamente Activa (PNEA) se han descompensado drásticamente, pues desde los tiempos de la crisis de 2009 no se veía un repunte considerable en la curva de desempleo. 
Como una pandemia es un escenario el cual normalmente no se estipula dentro de los planes para atender crisis mundiales, dicho fenómeno “tomó por sorpresa” a los gobiernos y sus órganos en materia de economía, dotando a la coyuntura actual de incertidumbre. 
El subgobernador del Banco de México, Jonathan Heath, expone en el texto titulado Cambios Estructurales en el Mercado Laboral, los resultados arrojados en los meses de abril y mayo donde, evidentemente, muestran un saldo negativo en cuanto al desempleo provocado por la pandemia. 
Con un acumulado de 20.14 millones de empleos perdidos en dicho bimestre, donde además están incluidos quienes se empleaban en el comercio informal, es el fiel reflejo del impacto que ha provocado la mencionada crisis. Me resulta importante mencionar los empleos de carácter formal afiliados al IMSS que se han perdido hasta el momento, que están cerca del millón. 

Eventualmente las empresas se vieron obligadas a disminuir su personal, reducir costos e incluso cerrar en su totalidad, por factores tan esenciales que se vieron pausados, como lo es una reducción considerable en las importaciones provenientes de Asia y EE.UU., mismo caso para las exportaciones, pues la demanda del producto mexicano disminuyó notablemente. O el confinamiento en los hogares, que propició una disminución en el gasto, sobre todo en el sector de los servicios. 
Ahora, ¿cómo se debe actuar ante este choque macroeconómico que desató la pandemia? 
Primero que nada, realizar las acciones conducentes para reformar las políticas públicas que protejan y beneficien a las relaciones laborales: un aumento en el seguro de desempleo, aprovechar los programas como Jóvenes construyendo el futuro, que precisamente buscan beneficiar a la población joven para desarrollarse en el campo laboral, o solventar las cuotas patronales del IMSS, y poner atención a la entrada de remesas. 
Después de esta crisis, el mercado laboral tardará en reponerse, será un ciclo lento, pues ha sido un golpe duro y, a ciencia cierta, aún arrastramos los estragos de la crisis de 2008-09. 
Al término de la crisis, el desempleo se contará por millones, es un futuro del que no podemos escapar. La cantidad de empleos que se pierdan dependerá de los estímulos asignados a la economía y al trabajo, por lo que los gobiernos tendrán que impulsar políticas fiscales orientadas a los sectores que mayor riesgo tienen de pérdida de empleos. Sobre todo, el sector terciario, así como las actividades relacionadas con las manufacturas, el comercio minorista y mayorista y el turismo, considerando que en México impera el trabajo de manera informal y requerirá ser tomado en cuenta para redimir más empleos. 


Heath, J. (2020). Cambios estructurales en el mercado laboral. Banco de México. Recuperado el 13 de julio de 2020

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